En el vertiginoso ritmo de la vida moderna, nos olvidamos de detenernos y simplemente ser. Desde hace un tiempo trato de compartir la importancia de este momento de pausa en nuestra búsqueda de bienestar integral. A veces, la mejor inversión de tiempo es… no hacer nada. ¿Alguna vez te percataste de cómo las ideas más creativas y la claridad mental en general llegan en los momentos de quietud?
Darnos el espacio para simplemente estar, sin apuros ni obligaciones, puede ser el catalizador de creatividad y productividad inesperadas. Es en estos momentos de pausa que las chispas de genialidad a menudo se encienden. Permitirnos existir y observar el mundo que nos rodea puede revelar perspectivas nuevas y soluciones brillantes que estaban esperando ser descubiertas. Pero también es válido simplemente tomarse ese momento para descansar y recargar energías.
Calidad sobre Cantidad
Es importante recordar que la productividad no siempre se mide en tareas completadas, sino en la calidad y profundidad de lo que creamos. En mi experiencia como Health Coach, noté que aquellos que se conceden el regalo de la pausa suelen encontrar una mayor satisfacción en sus logros y una sensación de bienestar integral.
Te invito a conocer el libro «Niksen. El arte neerlandés de no hacer nada» de Annette Lavrijsen (2021). Según la autora, muchas investigaciones respaldan los beneficios en términos de productividad, creatividad, salud y bienestar derivados de permitirse momentos de inactividad. Te comparto lo que esta práctica puede aportarte:
- Energía renovada: La productividad se ve obstaculizada cuando nos sentimos mentalmente agotados o desgastados. Buscar momentos para no hacer nada puede recargar tanto el cuerpo como la mente.
- Salud optimizada: Los breves paréntesis evitan la pérdida de concentración, reduciendo así el riesgo de agotamiento y otros problemas de salud.
- Mayor felicidad en tu entorno: Al disponer de más energía, podés dedicarte de manera más plena a tu vida personal y estar más presente con las personas que querés.
- Un cerebro más saludable: La constante ocupación nos priva de la capacidad de detenernos y reflexionar o estar en soledad con nuestros pensamientos. Estudios del Instituto Donders en los Países Bajos sugieren que esta ocupación incesante altera el cerebro, disminuyendo la capacidad de razonamiento, atención y memoria. Un cerebro sano necesita tiempo de reposo para sanar.
- Mayor eficiencia: Al desarrollar la capacidad de concentración, las tareas se completan de manera más efectiva.
- Mayor autoconciencia: Selecciona y descongestiona tu agenda de manera selectiva; no malgastes tiempo y energía en tareas que carecen de valor. Al mismo tiempo, desarrolla una comprensión más profunda de lo que es verdaderamente importante para ti.
- Tiempo adicional para planificar objetivos a largo plazo: Un estudio publicado en 2012 en la revista Consciousness and Cognition concluyó que cuando permitimos que nuestra mente divague, pensamos en el futuro y en objetivos a largo plazo catorce veces más a menudo que cuando nos obligamos a enfocarnos.
- Mejor calidad de sueño: Si estamos siempre conectados, respondiendo inmediatamente a correos electrónicos y mensajes, manteniendo una alerta constante, cada vez resulta más difícil relajarse y calmar la mente al ir a dormir. Al incorporar pausas progresivas a lo largo del día, podemos reducir el estrés y mejorar la calidad de nuestro sueño.
